SAN PABLO.- De la triple corona que contempló en algún momento, no hay amputación honorífica que a Boca le duela más que la sufrida anoche. Quedó lejos de graduarse con el título que más lo desvelaba, esa Copa Libertadores con que cimentó su grandeza en este siglo. No tuvo fútbol ni reacción. Tampoco algún arresto hazañoso que diera cuenta de su mística copera. Tan vacío de recursos anduvo que marchó directo a una derrota irreversible ante un Corinthians que en el juego de determinar quién es más duro y compacto demostró ser una roca (sólo recibió cuatro goles en 14 partidos). Instalada la definición en un plano muy físico, Corinthians fue más fuerte, veloz y potente. Y aun siendo un equipo brasileño atípico porque no cuenta con grandes individualidades ni estrellas, Corinthians tuvo la pegada desequilibrante de Emerson. Fue un 2 a 0 que Boca aceptó como derrota mucho antes de que llegara el final. Riquelme anunció que no jugará más en el club.
Las previsiones de un partido cerrado, lleno de precauciones, se cumplieron sobradamente. El primer tiempo inclusive superó el desarrollo friccionado que hubo durante varios pasajes en la Bombonera. A los dos les costó superar la línea de presión, encontrar espacios, establecer líneas de pases claras y directas. A falta de situaciones de gol, de sorpresa e ideas ofensivas, abundaron los cortes por foules, forcejeos, lastimados, pelotas que salían afuera.
Empujado por su ruidosa hinchada ( Gaviaos da fel ), Corinthians se paró un poco más adelantado que hace una semana. Pero sin arriesgar demasiado, siempre pendiente de que Boca no lo encontrara desacomodado cuando perdía la pelota. Si bien se mostró para ser la salida,Riquelme estuvo bien custodiado, con marca escalonada. No le fue fácil descargar sus asistencias, sobre todo porque los dos delanteros, cuando no caían en off-side , se desgastaron en fricciones con los zagueros locales. A los tres minutos ya hubo un tumulto del que salieron amonestados Mouche y Chicao por intercambiar manotazos. Después fue Silva el que recibió la tarjeta amarilla por un codazo a Castán. Se peleaba en cada metro de la cancha, con mucho miedo a perder.
Boca no pateó al arco en todo el primer tiempo. Apenas un cabezazo de Schiavi tras un córner pudo anotarse como una aproximación ofensiva. A medida que pasaban los minutos, Boca se replegaba y aguantaba, sin sufrir mucho porque Corinthians parecía respetarlo mucho. Inquietaba con algunas apariciones de Emerson y Paulinho. Y eso que al equipo de Falcioni no le era fácil hacer pie en el medio, con Somoza sin encontrar la pelota y Ledesma que no se soltaba. Erviti cumplía con su habitual trabajo de coberturas y ayudas.
Se chocaba tanto que hasta los propios compañeros no podían evitar llevarse por delante. Así se lesionó Orion, que en una salida abajo recibió el golpe de Somoza en una rodilla. El arquero soportó unos minutos, hasta que pidió el cambio, en medio del llanto y los abrazos de varios de sus compañeros y de Falcioni. Lo reemplazó Sebastián Sosa, que en el Pacaembú perdió la final del año anterior con Peñarol ante Santos.
Fueron tantas las interrupciones en el primer tiempo, que el árbitro debió adicionar cinco minutos. La tensión sólo podía mantenerse porque era una final, ya que el partido, como expresión futbolística era de una pobreza extrema, más sujeto a alguna equivocación que a las virtudes.
Sin mejorar mucho en lo técnico, el segundo tiempo empezó con un poco más de ritmo. La pelota transitó con mayor rapidez por la zona media, aunque igual seguía faltando claridad cuando se llegaba a las áreas. A medida que el partido se abría un poco, Boca quedaba más expuesto a la hora de recuperar la pelota. En tres minutos, Schiavi y Caruzzo se vieron obligados a foules de tarjeta amarilla para frenar los ataques de Corinthians.
Ante la dificultades para crear situaciones mediante el juego asociado, las acciones de estrategias se convertieron en la principal vía para llegar al gol. Fuera con córners o tiros libres. Corinthians empezó a ser campeón con un tiro libre desde la derecha, que fue cabeceado hacia atrás en el pico del área chica; Franco Sosa no pudo despejar y Danilo improvisó un taco que dejó a Emerson para la definición.
Por las características de la final, un gol representaba un tesoro. El desarrollo estaba llamado a cambiar. Lo intentó Falcioni, con el ingreso de un delantero (Cvitanich) por un volante (Ledesma). Boca tuvo la posibilidad del empate en su única llegada, con un cabezazo de Caruzzo que contuvo Cassio. Después vino un regalo de Schiavi para el 2 a 0 de Emerson. Boca estaba desinflado. A cambio de una corona, recibía una dura condena.
No pudo en Brasil. Esta vez, Boca no pudo. Había levantado, en Brasil, la Libertadores en 2000 (Palmeiras), 2003 (Santos) y 2007 (Gremio). Corinthians, por su parte, se consagró de forma invicta.
Fuente: canchallena.com
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